Intervención de Luis González
Hay que empezar por recordar las medidas que ha tomado
el gobierno en los últimos meses. Además de los Presupuestos del Estado y de
las diferentes Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, todos ellos manteniendo y
profundizando los recortes, hemos sufrido la subida del 0,25% de las pensiones
(es decir, una nueva pérdida del poder adquisitivo de los y las pensionistas),
la aprobación definitiva de la Ley Wert, la reforma de las pensiones, la nueva
mini reforma laboral y la nueva Ley de
Administración local, que supone un recorte de 7.129 millones de euros en los gastos de Ayuntamientos y
Diputaciones. Y una nueva congelación del Salario Mínimo.
A esto hay que sumar los proyectos dados a conocer: la
ley contra el derecho al aborto, las leyes-mordaza (reforma del Código Penal y
de la de la Ley de Seguridad Ciudadana), la anunciada ley de servicios mínimos
contra las huelgas.
Han sido meses de graves ataques a derechos y conquistas
sociales. Y la cosa amenaza con seguir. A esto hay que sumar la incesante
campaña contra los sindicatos, con ataques en la prensa a diario, y que llegaba
a su culmen (por el momento) con la ocupación policial de la sede de UGT de Andalucía y la detención
de todos los que estaban allí (porque detención, y no otra cosa, es encerrarlos
en una sala sin dejarlos salir y quitarles los teléfonos móviles).
¿Hemos dado la respuesta adecuada? Muchos afiliados y
cuadros piensan que no, que hay que hacer todo lo posible para parar esta
oleada de ataques y que no podemos esperar a que en 2015 un hipotético nuevo
gobierno las derogue (suponiendo que las promesas electorales se cumplan,
porque recuerdo la frase de aquel que dijo que las promesas electorales
comprometen sólo a quien se las cree).
Y es que los hechos demuestran que este gobierno, estos
ataques, pueden ser derrotados. Ahí están las recientes victorias, la de los
jardineros de Madrid, la de los vecinos y vecinas del Gamonal, las limpiadoras
del Hospital Ramón y Cajal y finalmente,
la de la sanidad de Madrid. Estas victorias están en la conciencia de la gente,
que sabe que si la movilización se lleva hasta el fin, puede ganar.
En estos meses no hemos dado a estos ataques la
respuesta que merecían. Y corremos el peligro de perder, de nuevo, el control
del conflicto social, como ya nos ocurrió con el 15-M. Ahí está la marcha del
22 de marzo, que puede reunir a mucha gente, y suponer una comparación
desfavorable con las movilizaciones que promovemos para el 3 de abril.
Hay que cambiar de orientación. Tenemos que dirigirnos a
la UGT y a nuestros aliados de las plataformas sociales para proponer un plan
de movilizaciones fuertes y continuadas, hasta obligar al gobierno a ceder, a
retirar las medidas en proyecto y a derogar las ya impuestas.
Para terminar, una consideración sobre la cuestión de
Cataluña. Está bien tener una propuesta de organización federal o confederal
del Estado, para mantener la unidad de la clase trabajadora y la defensa unida
de las conquistas sociales y laborales, pero ante todo hay que pronunciarse
sobre una cuestión muy concreta. Se va a convocar una consulta. Y CCOO tiene
que decir qué opina, si el pueblo catalán tiene o no derecho a decidir o si se
le impide. Debemos decir alto y claro que defendemos el derecho democrático a
decidir del pueblo catalán y de todos los pueblos, porque sólo así, desde la
libertad de cada uno, podemos mantener la unidad de nuestra clase.
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